domingo, 20 de diciembre de 2009

De la publicidad al cine y del cine a la publicidad

Desde hace 30 años, década arriba década abajo, la publicidad ha resultado ser un buen trampolín para las aspiraciones más altas de los creativos publicitarios. Los involucrados en el asunto, realizadores, guionistas, e incluso el catering, ven el “spot” como una oportunidad para salir de la triste realidad cotidiana de un oficio (el de publicitario) mal pagado y mal visto a priori, y lanzarse al “verdadero” mundo audiovisual. Y es que parece que trabajar en publicidad ha terminado por convertirse en un estigma más visible que el de ser abogado “picapleitos” o periodista “plumilla”. La culpa de esa meta es el éxito en Hollywood de directores que en su día vinieron de la pequeña pantalla y llamaron la atención de alguien más alto por sus videoclips y spots.

El director Spike Jonze, por mencionar uno de tantos, demostró sobradamente capacidad para hacer videoclips y spots atractivos. Su creciente gusto por el exceso, que propicia unas cuantas secuencias desmesuradamente enloquecidas, hicieron fácil que la industria del cine pusiera los ojos en él. Ahora, después de tocar la comedia negra con “Cómo ser John Malkovich” (1999) o “Adaptation” (2002), películas rompedoras narrativamente, se embarca en adaptar la obra de Maurice Stendhal, “Donde habitan los Monstruos”. Después resulta que la publicidad se retroalimenta. El “monstruo” (por criatura y estilo) del nuevo anuncio del nuevo Seat Altea XL resulta extrañamente parecido a la idea de Jonze. Pero eso es otra historia.

A pesar de pocos halagos y muchos abucheos, otro americano que viene de la publicidad es Michael Bay (“Dos policías rebeldes”, “Transformers”), un tipo que ha creado escuela en esto de la publicidad y que a día de hoy nos sigue dando lecciones de cómo llamar la atención del ojo espectador…sólo hay que ver el spot publicitario que el señor Bay ha rodado para la firma de lencería Victoria’s Secret para saber porque ese hombre gana tanto dinero.

De Michael Bay podemos decir que trabajó para la reconocida empresa publicitaria Propaganda Films, junto con otros del calibre de Ridley y Tony Scott, Barry Sonnenfeld, Adrian Lyne, David Fincher, Michel Gondry, Spike Lee, Alex Proyas o Zack Snyder. Por supuesto, Bay trabajó para las grandes (Nike, Budweiser o Coca-Cola) y tanto él como los mencionados han vuelto y volverán a esto de hacer anuncios.

De Ridley Scott, del que se dice que ha dirigido más de 3.000 anuncios, hablaríamos de su trabajo para Apple en el famoso spot donde nos intentaba convencer del talante revolucionario de la marca recreando el universo literario del “1984” de Orwell. De hecho, el cine de Scott siempre ha tenido un estilo chic, de un esteticismo recargado muy parecido al de sus anuncios.
No es novedosa la inclinación de los directores de aquí y de allá (nacionales e internacionales) por el género publicitario, no sólo porque Don Dinero requiera de su presencia en spots de los que se espera una factura sobresaliente, sino porque la propia publicidad se adueña del cine imitando su ritmo, narrativa y utillaje estético. Hollywood es una vieja experta en sacar promesas del mundo publicitario y, al mismo tiempo, la publicidad se aprovecha para vender productos con un “el nuevo anuncio de…será dirigido por…”. A simple vista parece un intercambio de roles.

El concepto de cambio y transformación que se ha producido en la publicidad hacia algo parecido al cine, no hace sino demostrar que, en definitiva, sólo los terminará por distinguir su duración. Al fin y al cabo, ambos nos venden cosas, ambos son la misma ficción…sólo que quizá la publicidad es más honesta y nos lo confiesa al final de cada anuncio. ¿Qué nos hace la publicidad? ¿Por qué nos atrae y asquea al mismo tiempo? La respuesta puede que esté en esa declaración de intenciones que Tyler Durden, alias Brad Pitt, nos exponía en, precisamente, la película más conocida del ex publicitario David Fincher.

"La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierda que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos, no hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión. Nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra gran depresión es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine, o estrellas del rock. Pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados". (El club de la lucha)

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