El confundido hombre le ayudó a levantarse. Tenía la mano caliente y seca, pero a ella no le importó esta vez. Sólo escuchaba su voz aspera parafreseando elegantes palabras. "Será mejor que mires hacia otro lado, pequeña". Fue lo último que se atrevió a decirle. Después escuchó el sonido de un disparo y de algo blando, rosado y pegajoso que se rompía dentro de ella.
Bang.