Jamás he sido fan de Superman, pero empiezo a entender por qué de alguna
manera lo admiro. No son los superpoderes, ni su imagen, ni la fuerza
que transmite. Ni siquiera tampoco el hecho de que haya sido el primer
superhéroe conocido. Es algo más. Hasta hoy jamás me había dado cuenta
de la razón por la que, a pesar del poco interés que he tenido siempre
en seguir sus aventuras, lo miraba y no podía evitar quedarme mirando
esa capa. Y es que cuando veo a Superman, a Clark Kent, veo a
Christopher Reeve, da igual la mano que lo dibuje. Y vuelvo a esos
inocentes años en los que todavía no había tocado un cómic y más de una
década despúes de su estreno veía por primera vez volar a un Superman en
el cine. No sé si Reeve fue o será el mejor de todos los que se
enfunden el traje, pero sin duda fue la primera imagen viva que tuve de
un superhéroe. De alguna manera, cuando los demás piensan en un dios que
a saber si es ficticio, yo pienso en Reeve, con esa sonrisa arqueada y
en la mejor escena jamás escrita para un cómic de Superman en tan sólo cinco viñetas.
Lo que quiero decir es...que cualquier cosa a la que os agarréis y que os sirva para salir adelante, estará bien.
Hacía tiempo que no me pasaba por aquí. Son meses de muchos cambios, más de los que querría. Pero quería dejaros una última entrada, una última tontería de las mías. Han sido muchos años por el blog. ¿Quién sabe? Quizás vuelva tarde o temprano por aquí. Ojalá.
Hasta la próxima, geeks.
-Es verdad que tu doctor se ha visto retenido, Regan.
-Nunca es tan grande como parece.
-Eres mucho más fuerte de lo que crees.
-Confía en mí.