Siempre me ha intrigado un espécimen en particular;sí, ya se que es difícil quedarse con uno teniendo en cuenta la extensa variedad de los mismos y su proliferación actual: tenemos a las personas que rebuscan en los contenedores buscando chatarra mientras con la otra mano hacen malabarismos para que no se les caiga el pan, los porteros de discotecas, siempre tan amables y con un simpático aspecto similar al de un mueble de Ikea (con la salvedad de que los primeros te dan menos conversación y no te atreverías a "intentar desmontarlos", a menos que fueras acompañado por Hulk o su rival homónimo Hulk Hogan); o las barrenderas, esas extrañas mujeres (inquilinas seguramente de uno de los apartamentos del edificio) que salen a la calle para limpiar el portal con su escoba en mano mientras te dirigen una mirada furtiva por acabar de pisar la acera (¡Señora, la calle es pública! Pública de ser ensuciada). Pero reconduzcamos mi monólogo al tema en cuestión.
Como ya he mencionado, de entre todos estos sujetos, hay una variante del homo sapiens que me sigue intrigando: el hombre que hace footing ('futín' para los profanos) o al que llamo cariñosamente 'Marathon man' en homenaje a mi querido Dustin Hoffman, aunque bien podríamos llamarlos 'Forrest Gump', porque no se dirigen a ningún sitio (al menos en 'Corre Lola Corre' Franka Potente tenía motivos).
Día tras día veo a estos corredores, enfundados en unos pantalones de licra que dejarían sin imaginación al propio Dalí (ya dice el dicho lo de "dejar poco para la imaginación", pues estos apretados elásticos nada de nada), y que harían enrojecer al Hombre Araña si algún día tuviera que ponerselos.
Estos "pantalones de sport" son de vivos colores que rondan una gama tan masculina como el morado, pasando por nuestro olvidado añil y en contadas ocasiones el negro, que da a sus muslos un cierto aspecto anfibio, como si llevaran dos relucientes bebés morsa colgando de su entrepierna. Los elásticos en este caso están bien vistos en los corredores hembras, auténticas heroínas de la causa, que al margen de que se pueda tachar de machista, le alegran a uno la vista cuando pasan junto a ti y te giras para contemplar algo que nunca llegarás a catar (siempre que hayas acumulado el valor suficiente como dar la vuelta a tu cabeza, porque si la chica te pilla quizá te la devuelva a su posición original de una forma ciertamente táctil).
Pues bien, estos corredores se caracterizan principalmente por poder ser oídos a 5 metros de distancia, pudiendo calcular el tiempo que llevan haciendo ejercicio por la intensidad de sus resoplidos: 2 soplos por cada segundo, ha estado más de 30 minutos corriendo,1 soplo cada dos segundos, lleva 10 minutos haciendo ejercicio; 0 soplos por segundo, probablemente esté muerto (asegúrate de golpearle con un palo en el costado para comprobarlo).
Sus camisetas sin manga, dejando a la luz un perfecto óvalo de sudor, sus zapatillas con cámara de aire, sus muñequeras, crónometros, "emepetreses", además de una incesante tendencia a controlar su pulso mientras miran con asombro el reloj (es imposible correr y leer la hora que marca el reloj digital al mismo tiempo), los hacen personajes inconfundibles de la fauna urbana.
Cuando los veo venir o en su defecto sobrepasarme triunfantes como si me hubieran adelantado (que te dan ganas de lanzarles una lata a la cabeza), me surge la duda de si en realidad estaban esperando en una de las esquinas, sin hacer nada, preparándose para engañarnos mojándose la camiseta, muslos y axilas con una botella de agua...porque además, ¿habéis visto alguna vez algún gordo hacer footing? (puedo usar esta palabra sin que tenga una connotación despectiva porque yo una vez fui gordo, en realidad lo que pasó es vivía atrapado dentro de una persona obesa que sospechosamente se parecía a mí), la respuesta amigos míos es ¡no!, ¿por qué? Porque sólo practican footing las personas que están delgadas, sino, ¿cómo conseguirían cada mañana embutirse en esos ajustados pantalones de licra?
El mundo es un lugar extraño, y que haya decenas de personas recorriéndolo a las 7 de la mañana no ayuda a mejorarlo.
Día tras día veo a estos corredores, enfundados en unos pantalones de licra que dejarían sin imaginación al propio Dalí (ya dice el dicho lo de "dejar poco para la imaginación", pues estos apretados elásticos nada de nada), y que harían enrojecer al Hombre Araña si algún día tuviera que ponerselos.
Estos "pantalones de sport" son de vivos colores que rondan una gama tan masculina como el morado, pasando por nuestro olvidado añil y en contadas ocasiones el negro, que da a sus muslos un cierto aspecto anfibio, como si llevaran dos relucientes bebés morsa colgando de su entrepierna. Los elásticos en este caso están bien vistos en los corredores hembras, auténticas heroínas de la causa, que al margen de que se pueda tachar de machista, le alegran a uno la vista cuando pasan junto a ti y te giras para contemplar algo que nunca llegarás a catar (siempre que hayas acumulado el valor suficiente como dar la vuelta a tu cabeza, porque si la chica te pilla quizá te la devuelva a su posición original de una forma ciertamente táctil).
Pues bien, estos corredores se caracterizan principalmente por poder ser oídos a 5 metros de distancia, pudiendo calcular el tiempo que llevan haciendo ejercicio por la intensidad de sus resoplidos: 2 soplos por cada segundo, ha estado más de 30 minutos corriendo,1 soplo cada dos segundos, lleva 10 minutos haciendo ejercicio; 0 soplos por segundo, probablemente esté muerto (asegúrate de golpearle con un palo en el costado para comprobarlo).
Sus camisetas sin manga, dejando a la luz un perfecto óvalo de sudor, sus zapatillas con cámara de aire, sus muñequeras, crónometros, "emepetreses", además de una incesante tendencia a controlar su pulso mientras miran con asombro el reloj (es imposible correr y leer la hora que marca el reloj digital al mismo tiempo), los hacen personajes inconfundibles de la fauna urbana.
Cuando los veo venir o en su defecto sobrepasarme triunfantes como si me hubieran adelantado (que te dan ganas de lanzarles una lata a la cabeza), me surge la duda de si en realidad estaban esperando en una de las esquinas, sin hacer nada, preparándose para engañarnos mojándose la camiseta, muslos y axilas con una botella de agua...porque además, ¿habéis visto alguna vez algún gordo hacer footing? (puedo usar esta palabra sin que tenga una connotación despectiva porque yo una vez fui gordo, en realidad lo que pasó es vivía atrapado dentro de una persona obesa que sospechosamente se parecía a mí), la respuesta amigos míos es ¡no!, ¿por qué? Porque sólo practican footing las personas que están delgadas, sino, ¿cómo conseguirían cada mañana embutirse en esos ajustados pantalones de licra?
El mundo es un lugar extraño, y que haya decenas de personas recorriéndolo a las 7 de la mañana no ayuda a mejorarlo.
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