3. La reinvención de la narrativa épica: del western a la ciencia ficción.
a. Oriente contra occidente: “Érase una vez…Siete Magníficos”
Seis años después Hollywood se fijaría en la cinta de Kurosawa y haría su propia versión de la historia, “Los Siete Magníficos” (1960), un western que reunía a los actores más populares de por entonces, contando a la cabeza del reparto con Steve McQueen y el polifacético actor Yul Brynner.
Dirigida por John Sturges, responsable de “La Gran Evasión” (1962), “Los Siete Magníficos” trasladaba la epopeya sobre samuráis al oeste, pero manteniendo el mismo espíritu épico de la película de Akira, convirtiéndose en un referente aún mayor para toda una generación de espectadores y en una de las adaptaciones más fieles que se verían del relato de Kurosawa a lo largo de los años.
Esta vez, la banda de siete hombres tendrá que enfrentarse a un grupo de forajidos que siembra el terror en un pequeño pueblo de granjeros mexicanos. Sin embargo, el grupo de pistoleros aceptará enfrentarse a ellos no por dinero, sino por la oportunidad de volver a la acción, un paralelismo evidente con su “hermana” cinematográfica asiática.
Más grande que la original, “Los Siete Magníficos” ha terminado por convertirse en una cinta legendaria, hasta el punto de ser reconocida como uno de los mejores westerns de la historia –con el perdón de John Ford y Leone-, y crear una contribución clave al género, a la cultura cinematográfica y televisiva. Al igual que sucediera con Los Siete de Kurosawa, Los Magníficos de Sturges se convertiría en una de las apuestas cinematográficas más atrevidas de por entonces que dejaría una huella indiscutible en el los últimos años del Hollywood de la Edad de Oro y en el cine de aventuras.
A pesar de compartir varios ítems, la base común de estas dos historias sigue siendo la alteración de la estabilidad, sirviendo los héroes como forma para restaurar ese estado inicial de equilibrio alterado por el numeroso enemigo. En este caso, el cambio de género hacia el western gana además un cariz de discurso mítico, en parte por la visión idílica y romántica que el público espectador tenía y aún tiene del “cine de oeste” americano, y por ser considerada como último vestigio antes del desencanto imperante en la mitad de la década de 1960 y de 1970 con la llegada del cine hispano-italiano de vaqueros.
b. Revisando la fórmula: “Depredador”, McTiernan y la visión mítica en la literatura
Por entonces, a finales de los 60, la fórmula se abría a un sinfín de secuelas y adaptaciones, incluso “Los Siete Magníficos” sufrió en sus carnes -con tres entregas más- esta intentona de explotar la gallina de los huevos de oro que había sido la cinta de Sturges, rehaciendo el grupo y haciendo cabalgar a estos vaqueros una y otra vez, con Brynner sustituido por el actor Lee Van Cleef.
Después de terminar de escribir la última página de esta “magnífica” leyenda, se veía una oportunidad de tomar el relevo dejado por “Los Siete Magníficos”. Desde entonces se han hecho muchas versiones distintas en diversos géneros cinematográficos, como la ciencia ficción, el cine de artes marciales, o el thriller policiaco. El objetivo era el de “quemar” el argumento, llevar las adaptaciones a cualquier género en el que presumiblemente se pudiera encajar -más o menos- la historia original.
En el extenso despliegue de títulos con el asunto del “número 7” es de imaginar que la industria pensó que, contando con el éxito de “Los Siete Magníficos”, el filme podría ser condimentado y adaptado a otros marcos. Las revisiones más importantes de esta película, que mantienen la estructura narrativa básica, incluyen “Grupo Salvaje” (1969) de Sam Peckinpah, la india “Saat Hindustani” de 1969, “Beach of the War Gods” de 1973, “Battle Beyond the Stars” de 1980 (cuyo título se tradujo al español sabiamente como “Los siete magníficos del espacio”), “I seete Magnifici Gladiatori” (“Los siete gladiadores”, 1983), o “Mundo Salvaje”, dirigida por Lee Katzin en 1988.
No obstante, pese al vendaval de cine fueron muy pocas las que se podrían considerar como referentes –no por directos, sino por merecedores de su fama y etiqueta-, de los mismos logros que se adjudicaron en su momento a las cintas de Kurosawa y Sturges.
El retorno al tema, tras un largo periodo de sequía y parodias de cine caspa, serie b y z –sobre todo italiano-, habría que llevarse a cabo, cómo no, por las vías de Hollywood y el nuevo “hormonado” cine de acción, nacido con la aparición de la “musa” Arnold “Alois” Schwarzenegger. “Depredador” (1987) de John McTiernan puede considerarse como la evolución directa y lógica de la historia de Kurosawa, llena de violencia salvaje y nervio narrativo.
Lo que diferencia a “Depredador” de muchas otras copias surgidas a raíz del éxito de “Los Siete Magníficos” es que, al margen de preocuparse por aportar una escenografía “innovadora” –mejor dicho escenario- o por los estilos de moda, McTiernan se preocupo por contar una historia potente de aventuras. “Depredador” fue una de esas versiones elegidas del cuento heroico de Kurosawa capaz de electrificar la pantalla, de sorprender, emocionar, llevar al espectador al límite, y al mismo tiempo proponer un viaje sensorial, casi primitivo, que respetara la inteligencia del espectador.
Seguramente, “Depredador” no existiría si pocos meses antes no se hubiera estrenado “Aliens” (1986), una cinta que como muchos cinéfagos y expertos en cine proponen viene a ser como la madre de todo filme de guerra de ciencia ficción. Aquí nos encontramos, de nuevo, con un grupo de soldados –casualmente de nuevo siete- que, con la excusa de salvar a un supuesto ministro de una guerrilla sudamericana, terminan enfrentándose a un adversario formidable y desconocido, contra el que las tácticas de combate habituales nada pueden hacer, y que va a ir diezmándoles poco a poco, sin que logren encontrar una forma eficaz de defenderse.
En general, este relato de “criaturas del espacio exterior” y vuelta de tuerca a “Los Siete Samuráis” presume de un espíritu conciso y sincero sobre el cine de aventura. La génesis de la historia de John McTiernan es obvia. John y Jim Thomas, escritores del proyecto, cuentan que tenían una historia sobre una hermandad de cazadores que se enfrentaban a una alienígena de otro planeta, y McTiernan quería hacer una película de palomitas a la vieja usanza. La mezcla dio lugar a este conjunto explosivo que bebía muy directamente de la influencia cercana de “Los Siete Magníficos”.
McTiernan contaría años después la historia de otro grupo de guerreros –trece en total- destinados a enfrentarse contra una horda de criaturas conocidas como los “wendol” en “El Guerrero Nº13” (1999). La trama para la película era la misma leyenda del guerrero nórdico “Beowulf”, adaptando el relato creado por Michael Crichton para su novela “Devoradores de Cadáveres” (1976).
1 comentario:
Jo, me parece súper interesante, me han entrado ganas de ver "Los Siete Samuráis". Las demás ya las he visto.
Un beso
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