Hasta aquí todo normal, si no fuera porque en un momento puntual de su ritual televisivo el objetivo de las imágenes cambian radicalmente. Hasta este instante la intención de los canales de televisión era entretener, informar o producir suicidios masivos mediante la visualización de una hora consecutiva de Dani Martín. Pero ese objetivo cambia cuando comienzan los temidos anuncios publicitarios.
Sí, comprendo que algunos hayáis huido a otra página tras leer esas dos últimas palabras, y puede que ahora esté hablando solo, sí, puede ser, y lo comprendo, pero he de seguir con mi labor informativa. Pues bien, estos anuncios creaciones de Mefisto (a pesar de que algunos los adoren, entre los cuales me incluyo a veces) pueden dividirse en tres tipos:
1.- Los anuncios guays que no te cansas de ver una y otra vez, por su humor, por su originalidad o por su perfecta realización. Algunos alcanzan tal nivel de perfección que son visualizados voluntariamente a través de Youtube. Un ejemplo de este grupo es el anuncio de Renault con la música de “La historia interminable” o el de “No, azúcar no” (al menos para mí).
2.- Los anuncios que se limitan exclusivamente a vender su producto. Estos anuncios son una chorripollez y merecen ser eliminados de la historia de la televisión para siempre. Ya sabemos lo que vendes, ya sabemos qué hace lo que vendes, ya sabemos que lo que vendes es lo mejor del mundo, ¡no nos lo digas más joder!
3.- Los anuncios que tratan de hacernos creer que han elegido un grupo de gente al azar y dicen que su producto es lo mejor que han visto en su vida. Estos anuncios suelen ser de lavavajillas o de jabón para limpiar la ropa. El anuncio más significativo de este grupo es uno de gente vestida de rosa. Esta es la forma con la que los siervos de Satán nos dicen que estamos haciendo el mal. Son una auténtica tortura y merecen ser eliminados y que sus creadores sean quemados vivos de la manera más cruel y vil conocida por el ser humano.
Espero que hayáis disfrutado con mi primera entrada porque iré poniendo alguna más semanalmente o cuando me venga viniendo en gana. Y si no os ha gustado pues os vais a tener que ir aguantando (por no decir jodiendo, que queda mal) porque no me iré de aquí hasta que Reverendo Gore me eche.
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