viernes, 27 de mayo de 2011

El hombre sanguijuela

El hombre sanguijuela era su rostro más conocido. Visitaba cada noche al pequeño de muchas maneras. A veces era un reflejo en el espejito del baño, otras ese hueco de la puerta casi cerrada de su habitación, y a menudo era la mirada que creía ver debajo de la cama.

Asomaba lentamente por los pies de la colcha, deslizando primero sus dedos largos y fríos sobre los pies del pequeño. Mientras, sus ojos flotaban y flotaban en medio de una cabeza negra y vibrante, como una mancha de tinta que recuperaba la forma poco a poco.

El niño veía esos ojos y se cubría con la sábana. Pero si se destapaba, sabía que él seguiría mirándole. Durante toda la noche. Aunque se durmiera.

Volvía cada día. Para mirarle y para que el niño le devolviera la mirada.

Con cada segundo que ambos se quedaban contemplándose, el hombre sanguijuela era un poco más y el niño un poco menos.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Y por razones como estas Oihane cierra ventanas, puertas, cajones y armarios.

Reverendo Gore dijo...

En el fondo es un tipo simpático.
Siempre sonríe.

Anónimo dijo...

También lo hace el Joker.

Reverendo Gore dijo...

Y Julianne Moore, que por cierto da mucho más miedo.