miércoles, 21 de octubre de 2009

"El Beso del Asesino"

Título original: Killer’s Kiss / Año: 1955

Dirección: Stanley Kubrick

Producción: Stanley Kubrick y Morris Bousel

Guión: Stanley Kubrick y Howard Sackler

Género: Drama / Cine negro

Duración: 93 min.

Fotografía: Stanley Kubrick

Música: Gerald Fried

Reparto: Frank Silvera, Jamie Smith, Irene Kane


Como uno de los más universales, influyentes y aclamados directores de la era de posguerra, Stanley Kubrick disfruta de una reputación (buena para muchos, mala para algunos) difícil de igualar entre los nuevos cineastas. Como realizador, trabajó más allá de los confines de Hollywood, manteniendo un control artístico completo sobre su gran obra, y trapicheando con un vasto cerco de estilos y géneros, desde la comedia negra al terror, el crimen o el drama. Kubrick es, como varios críticos afirman, un enigma, un misterio que construía por medio de sus películas como una reflexión de su obsesiva naturaleza, su perfeccionismo, y su provocativa visión del cine. Pero fue en 1955, con ésta, su segunda película como director después de “Fear and Desire” (1953), cuando el director estadounidense daba sus primeros pasos en una industria a renovar.

En “El Beso del Asesino” hay ciertamente una toma de control por Kubrick, aunque por supuesto menos abierta y evidente que en sus siguientes cintas. Es una historia pulp, un siniestro film noir que nos confiesa el triángulo amoroso entre un mediocre púgil, la prostituta de la que se enamora y su psicótico jefe. Una de las pocas historias “originales” firmadas por la mano de Kubrick y de Howard Sackler, con él que ya había colaborado para su primer largo, y en la que de nuevo retoman los bajos deseos del ser humano, lo psicológico y lo sentimental de sus personajes.

Precisamente, el cine de Stanley Kubrick es tan admirado por su emocional e intelectual fuerza, orquestado como una perfecta combinación de belleza y narrativa. Como director, Kubrick ha evolucionado en sus películas desde un sujeto enamorado a un cineasta en guerra, consigo mismo y con una industria que se movía en lo fácil. Por ello, la obra de Kubrick ofrece una marcada psicología que juega con el existencialismo, amén de mezclar elementos del socialismo, el pragmatismo y el machismo.

La dramatización de Kubrick de lo existencial, de “esa falsa realidad”, unido a una ideología clásica del cine, una expresión a medio camino entre el cine noir y el existencialismo pop que Kubrick descubrió durante sus años de fotógrafo, resultan en está tímida historia de amor que el realizador mostraba con más orgullo para su “debut”.

Curiosamente, Kubrick construye la composición para “El Beso del Asesino” desde su óptica de artista. Todos los tópicos de las historias y personajes del buen pulp tienen lugar en su puesta en escena: el púgil santurrón, la curvilínea chica florero en peligro, el ambiente decadente del viejo Nueva York, sus apestadas calles…Nos muestra unos personajes que chocan, movidos por sus propias ambiciones, mientras al mismo tiempo reconstruye un Nueva York lúgubre, solitario, de los bajos fondos, apurando la iconografía que toma del cine negro, de los años 30 y de las películas de gánsteres.

Para construir ese “mundo” en blanco y negro, escribe una historia montada sobre sus personajes, sobre el silencio, sobre las miradas de una inquietante y dolida Gloria Price (Irene Kane) que se dibujan en pantalla como una viñeta de revista detectivesca.

Sin embargo, adentrándonos más en lo técnico y poniendo en evidencia las rarezas que le marcan como director, Kubrick no nos regala tanto de su estilo propio. Por ejemplo, no recurre a su encuadre favorito, el ángulo en el que la cámara abarca la cara del personaje (un marco visual que empezó a usar en posteriores trabajos), para ser más cumplido con el género, más consecuente. Además, a nivel de realización, luce un montaje más vago y menos errático, más correcto con la época que con la tendencia más estrambótica y experimental que daría sello y estilo a su filmografía.

Abre su relato de forma torpe, con un plano del púgil Davey Gordon (interpretado sobriamente por Jamie Smith) que se demuestra como casi premonitorio, anticipado. Continúa con el flashback y la voz en off, recursos hábiles y sencillos de un director que comenzaba a tocar la realización audiovisual: planos detalle, escenas construidas a través de la pincelada y el “teatrismo”…y sobre todo, montadas al modo “Hitchcock”; es decir, dos planos o niveles de acción en el que el fondo aparece como otro foco de atención sobre el que seguramente atraerá nuestra atención el protagonista.

De esa forma, los encuadres de las escenas se convierten en auténticas instantáneas, representaciones visuales del momento que pretenden captar la acción como si de un cuadro o una fotografía se tratara. Para ello, Kubrick sucumbe además a la ambientación, no sólo escénica, sino también musical. La película está muy cerca de compararse a una improvisación de jazz, con sus altibajos y momentos de desconcertante ritmo. No en vano se sirve de la partitura musical y de instrumentos como las trompetas o las cajas para conseguir esa estética retro neoyorkina que pretende en muchas escenas. La imagen de Frank esperando en el tren mientras suena el tema musical, o al final, presupone uno de los interludios musicales que recrean los sentimientos de los personajes. Precisamente es en esas escenas de aparente musicalidad donde triunfa sobre el mero ejercicio de estilo.

Así, Kubrick se deleita en el momento cumbre del cine negro de los años 50 y en los gastados y melancólicos personajes de gabardina y cigarro. La culpa del personaje de Davey atraganta al espectador, al mismo tiempo que lo desconcierta, ofreciéndole imágenes de impactante dureza, no tanto por el asombroso realismo que pudiera mostrarnos Kubrick en trabajos como “La Chaqueta Metálica” (1987), como por la carga emocional con la que da peso a su historia, a la historia de alguien que se ve obligado a matar en esa ciudad solitaria, hecha para sufrir, en donde “era momento de demostrar que su mentón se había fortalecido”, aprovechando la metáfora del boxeo, de una prueba de resistencia personal con dos personajes recibiendo los golpes que les da la vida.

Se destapa que Kubrick ve “El Beso del Asesino” como un hábil experimento y tanteo con las maneras de “hacer cine”. La secuencia climática donde el boxeador Davey y el mafioso Vincent Rapallo (Frank Silvera) pelean a muerte en la fábrica de maniquís permanece como una secuencia esencial de la carrera de Kubrick, balanceándose entre lo espontáneo y la pose, o lo que es lo mismo, la construcción de la escena a la manera fotográfica. Los maniquís permanecen como pasivos espectadores de la persecución a punta de pistola. Entonces, los antagonistas pasan a una más masculina y primaria pelea, a hacha y lanza. Es interesante pensar en el hecho de que todos los maniquís tengan forma de mujer. La pasividad femenina de estas figuras y la activa masculinidad viene a darnos una extraña lectura sobre las intenciones de Kubrick con la escena, de nuevo un retrato frío y crudo que viene del más puro cine noir y de las revistas de temática detectivesca que hablan más de la brusquedad y aberrante muestra de masculinidad en sus páginas y cuentos, que de historias de amor sinceras.

No hay ninguna duda de la estrategia narrativa de Kubrick tanto en esa como en la secuencia de cierre de la película. Kubrick, siempre un realizador intelectual (sin negar las connotaciones negativas de dicha cualidad de las que su obra a veces abusa), saborea los mitos familiares y oscuros del viejo cine, y del poder casi dominante del hombre sobre la mujer en el género, algo que ya deja a entender con sentencias de sus diálogos como: “Es un error confundir lástima con amor” o “ella estaba tan asustada que se aferraría a cualquier cosa”, incluso a un perdedor como Davey.

“El Beso del Asesino” es un título casi profético. Todo termina con los labios de sus protagonistas fundidos en el abrazo. Los labios de este asesino son dulces, pero no reflejan ni conciencia, ni delirios de moralidad…ni remordimientos. Quizá un juicio con el que también podamos marcar a esta película.

1 comentario:

Ali dijo...

Si lo pones así, como fan de Kubrick, la tendré que ver... Oooootra para la interminable lista ^^UUU