Habría que empezar definiendo qué es eso que llamamos "montaje", una palabra que los realizadores no se cansan de repetir cuando su película tarda en salir a la luz y empiezan a torturarnos con un precario goteo de imágenes y vídeos promocionales de su película. En fin, la definición más visual y sencilla de un montaje sería el proceso que se utiliza para ordenar los planos y secuencias de una película, de forma que el espectador los vea tal y cómo quiere el director. No es una definición de libro por supuesto y no parece todo lo complicado que en realidad es, porque realmente el montaje (con perdón del guión y de otros) es el verdadero alma de la película. La manera de colocar los diversos planos puede cambiar completamente el sentido, y por lo tanto el mensaje, de una película.
No importa cuántas veces oigamos hablar del montaje y de la dedicación que ello implica. El proyecto de "montar una película" puede parecer demasiado complicado para ser entendido por los "profanos" y demasiado importante como para haber sido confiado a una persona, muchas veces, sin experiencia en la dirección. Hacerse cargo del resultado del montaje de una obra emblemática y conseguir contar la historia de forma que vaya del punto A al punto B (sin perjudicar al desarrollo de la misma), queda limitado a la habilidad del montador y al material con el que "juega".
El montaje contiene una lección valiosa, y es la perspectiva de poder cambiar una película simplemente con la suma ordenada o desordenada de todas y cada una de sus secuencias.
No es cuestión de precipitarse al montaje de una película, se trata de un proceso complicado e incluso más estudiado que la dirección. En el montaje se hace casi toda la película. Se cambian secuencias, se suprime lo que no gusta, se añade o se acorta el ritmo. Se empalman, según el orden del guión, los fragmentos que han constituido una filmación, ya que normalmente se graba en el orden que marca la dirección y producción o las derivadas de la disponibilidad de los actores. Se seleccionan, entre los diferentes fragmentos de cada toma procedentes del laboratorio, los que se consideran mejores. De este modo se consigue que el conjunto del montaje sea de auténtico impacto, y el montador empuña la batuta que va a dar sentido a la cinta. Sin embargo, muchas veces el resultado salido de la mesa del montaje responde a la inquietud de los productores de "mutilar" la película, recortándola hasta una duración previamente marcada por los mismos.
De ahí surge la inquietud posterior del director de crear una edición especial de su película, el consabido "director’s cut", muchas veces respondiendo más a fines comerciales (aumentar el número de ventas de su película en el mercado visual) que al remordimiento por haber renegado de la edición intacta de su obra. En esa encrucijada se encuentra (por mencionar uno de tantos ejemplos) 'Amadeus' (1984), de Milos Forman, un logro cinematográfico al que sólo se le puede echar en cara su excesiva duración (la versión del director de 'Amadeus' ofrece más de 20 minutos de imágenes nunca vistas en su versión original, llegando a las tres horas de duración).
El montaje al estilo video-clip
La evolución del montaje en los últimos tiempos ha sido radical. En pocos años ha ido elevando su ritmo hasta hacerse frenético, debido a los montajes publicitarios y sobre todo al video clip, en el que los planos se suceden vertiginosamente, con inesperadas sacudidas y aceleraciones, golpes de zoom…más acordes con la velocidad que con el reposo de otros tiempos cinematográficos; por suerte, el trabajo audiovisual, aplicado a los informativos y al mundo de la comunicación, ha tenido hasta ahora más suerte.
Películas como 'Matrix' (1999), superan en planos rápidos y montaje fulminante a todo lo visto hasta el momento. La idea es buscar lo subliminal, no dar tiempo al cerebro a participar conscientemente, procurar que los reflejos nerviosos actúen sin sentido. ¿Pero eso es bueno?¿Hay más de que hablar? Sí, claro que sí.
El montaje contiene una lección valiosa, y es la perspectiva de poder cambiar una película simplemente con la suma ordenada o desordenada de todas y cada una de sus secuencias.
No es cuestión de precipitarse al montaje de una película, se trata de un proceso complicado e incluso más estudiado que la dirección. En el montaje se hace casi toda la película. Se cambian secuencias, se suprime lo que no gusta, se añade o se acorta el ritmo. Se empalman, según el orden del guión, los fragmentos que han constituido una filmación, ya que normalmente se graba en el orden que marca la dirección y producción o las derivadas de la disponibilidad de los actores. Se seleccionan, entre los diferentes fragmentos de cada toma procedentes del laboratorio, los que se consideran mejores. De este modo se consigue que el conjunto del montaje sea de auténtico impacto, y el montador empuña la batuta que va a dar sentido a la cinta. Sin embargo, muchas veces el resultado salido de la mesa del montaje responde a la inquietud de los productores de "mutilar" la película, recortándola hasta una duración previamente marcada por los mismos.
De ahí surge la inquietud posterior del director de crear una edición especial de su película, el consabido "director’s cut", muchas veces respondiendo más a fines comerciales (aumentar el número de ventas de su película en el mercado visual) que al remordimiento por haber renegado de la edición intacta de su obra. En esa encrucijada se encuentra (por mencionar uno de tantos ejemplos) 'Amadeus' (1984), de Milos Forman, un logro cinematográfico al que sólo se le puede echar en cara su excesiva duración (la versión del director de 'Amadeus' ofrece más de 20 minutos de imágenes nunca vistas en su versión original, llegando a las tres horas de duración).
El montaje al estilo video-clip
La evolución del montaje en los últimos tiempos ha sido radical. En pocos años ha ido elevando su ritmo hasta hacerse frenético, debido a los montajes publicitarios y sobre todo al video clip, en el que los planos se suceden vertiginosamente, con inesperadas sacudidas y aceleraciones, golpes de zoom…más acordes con la velocidad que con el reposo de otros tiempos cinematográficos; por suerte, el trabajo audiovisual, aplicado a los informativos y al mundo de la comunicación, ha tenido hasta ahora más suerte.
Películas como 'Matrix' (1999), superan en planos rápidos y montaje fulminante a todo lo visto hasta el momento. La idea es buscar lo subliminal, no dar tiempo al cerebro a participar conscientemente, procurar que los reflejos nerviosos actúen sin sentido. ¿Pero eso es bueno?¿Hay más de que hablar? Sí, claro que sí.
7 comentarios:
Parece que estoy escuchando una clase de Joseba ^^
Me voy a estudiar el exámen desde tu blog jaja
Lo mismo digo jajaja
jajaja Nacho! te has convertido en una especie de "aprende con Teo" (o si te gusta más, "aprende con Coco") de la com. audiovisual =P
A Amadeus no le sobra nada!!!
Pobre Salieri...
Silvia, la más grande supervedette jamás conocida
PD: sí, ahora soy como tu en los fotologs. Pero yo de vez en cuando firmo ¬¬
Como diría un sabio muy sabio..."¡Matt Damon! Matt...Damon"
Gracias chi-s-cas, y espero que tengáis suerte en el que viene.
Silvia, a 'Amadeus' solo se sobra esa molesta risa que hace que simpaticemos con el pobre Salieri.
Jajajaja Noemí está loquísima, pero tiene toda la razón del mundo.
Como se nota que disfrutas y te encanta el tema. Podrías proponerle dar una clase magistral en su asignatura ¿que no? No sé a qué esperas.
=)
A que me paguen...
Buf... pues espera sentado... mírame a mí ...
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